Sistemas históricos de regadío: entre la conservación y la destrucción
Hace solo un mes acabamos la recuperación de la acequia de Barjas, junto con la comunidad de regantes de Cáñar (Granada). Se trata de una acequia histórica, de época medieval, que pertenecía a un antiguo pueblo abandonado a mediados del siglo XIX. Se encuentra en el marco de la Alpujarra, dentro del robledal más meridional de toda Europa y el Espacio Protegido de Sierra Nevada. Se trata de un paisaje realmente extraordinario, como los de una buena parte de nuestra tierra. Es un paisaje moldeado a lo largo de siglos de historia coevolutiva entre el ser humano y la naturaleza. Estos paisajes están siendo objeto de atención y de protección por parte de las instituciones desde hace más de dos décadas. La propia UNESCO y la Unión Europea asumen y promueven la importancia de reconocer y mantener sus valores no solo patrimoniales, sino también ambientales, identitarios o estéticos.
La actividad en Cáñar forma parte de un proyecto europeo financiado por el Séptimo Programa Marco de la Comisión Europea paisajes montañosos del Mediterráneo (“Mediterranean Mountainous Landscapes”-MEMOLA). Con él pretendemos seguir estudiando el papel de los regadíos históricos en la conformación de nuestros paisajes y contribuir a un modelo de desarrollo que respete no solo esos valores culturales y ambientales, sino que sea realmente sostenible también desde el punto de vista económico y social, dentro de un contexto de cambio global y con un futuro incierto para todos y para nuestro planeta.
Hace ya algunos años, la Agencia Andaluza del Agua de la Consejería de Medio Ambiente en colaboración con el Espacio Protegido de Sierra Nevada llevó a cabo un ambicioso “Programa de recuperación y conservación de acequias tradicionales en el Parque Nacional y Parque Natural de Sierra Nevada”. Se realizó entonces un importantísimo esfuerzo y una clara apuesta por mantener estos sistemas tradicionales y sus valores como una parte esencial del macizo y su paisaje. Se recuperaron 37,5 km de acequias y se conservaron y restauraron otros 302,6 km además de cinco aljibes. Para ello se ejecutó una inversión muy importante de más de 5.283.214,05€. Uno de los resultados más conocidos por el público de todo ese programa es la publicación en el año 2010 del “Manual del Acequiero”, un magnífico libro que ilustra una buena parte de esos paisajes y saberes. En su presentación, el que fuera Consejero de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, José Juan Díaz Trillo, defendía que estos “constituyen un sistema agroecológico de interés socioeconómico, ambiental y cultural que configura los paisajes y la identidad de este territorio”. El proyecto se proponía no solo “mantener los regadíos”, sino también “recuperar sabiduría y costumbres en el manejo del agua”; “destacar el papel histórico de los regantes y acequieros en la formación de la identidad cultural, natural y agrícola de Sierra Nevada, y reconocer su relevancia para el presente y futuro de este espacio”; “conjugar la técnica y materiales tradicionales con la incorporación de nuevas tecnologías de restauración y riego compatibles con el mantenimiento de la dinámica y los procesos de estos regadíos históricos”.
Este mismo año se ha desarrollado un proyecto del Espacio Protegido de Sierra Nevada para la recuperación de la acequia de los “Praos Coloraos en Lanjarón”. El proyecto ha consistido en la retirada del hormigón a lo largo de más de 6 km, para volver a reconstruirla en tierra y piedra. El coste ha superado los 350.000€
Como afirmaba el mismo Consejero de Medio Ambiente, “su conservación pasa no solo por el reconocimiento de sus valores, sino también por el mantenimiento de las funciones productivas”. Para ello, “es necesario reconocer las particularidades de los regadíos en zonas de montaña que cuenten con valores culturales, paisajísticos y ambientales, y desarrollar medidas específicas de apoyo. Para conseguirlo hay que contar con la participación coordinada de las administraciones agraria, ambiental y de cultura, así como el compromiso de una sociedad que ha de incorporar a la urgencia del presente la importante experiencia de su pasado”.
Mientras tanto, en la cara Norte de Sierra Nevada, la Consejería de Agricultura ha aprobado y subvencionado este año dos macroproyectos que consisten exactamente en todo lo contrario. La comunidad de regantes de Dólar acometerá un proyecto de “modernización” de riegos que prevé la construcción de tres enormes pantanetas y el entubamiento de todo, absolutamente todo el sistema de riegos tradicional. Los tubos sustituirán a las antiguas acequias, que serán abandonadas o destruidas. El proyecto cuesta un total de 6.313.587,43€ más IVA y ha sido subvencionado al 90%, es decir, con un total de 5.682.228,69€ de dinero público.
En el caso de Lugros, la subvención fue menor a la solicitada. Rondará “solo” el 1.200.000€. En este caso se construirán tres nuevas pantanetas de gran capacidad y se prevé entubar parte de la acequia madre, la principal, además de parte de la red secundaria de acequias.
Resulta sin duda sorprendente como la misma administración es capaz de reconocer los valores de estos sistemas y estos paisajes asociados a ellos y a la vez, de destruirlos en aras de una modernización muy cuestionable desde el punto de vista hidrológico e incluso económico. Es sorprendente como esa misma administración es capaz de gastar enormes sumas de dinero en una cosa y la contraria, a tan solo escasos kilómetros de distancia y de manera simultánea. ¿Cuál es la estrategia? ¿Cuál es el criterio? O los sistemas tradicionales tienen valores que merece la pena conservar, dentro y fuera de los espacios protegidos, o no los tienen.
¿Seremos capaces de conservar nuestro importante patrimonio cultural y ambiental y legarlo a las generaciones futuras? ¿Somos conscientes realmente de lo que destruimos con esos planes? ¿Qué objetivos tiene ese tipo de modernización? ¿Cómo puede una misma administración gastar enormes sumas de dinero en cosas completamente opuestas y contradictorias?
Si nadie pone remedio, dentro de poco se producirá la destrucción de una parte importante de nuestro patrimonio y nuestro paisaje. Se hará además con dinero público, en aras a una modernización mal concebida. El agua que pretende ahorrarse al entubar las acequias no se pierde puesto que sirve para recargar los acuíferos. El riego a presión tiene mayores necesidades de energía que el riego tradicional, el cual, bien manejado, puede ser igual de eficiente. Por consiguiente; ¿hasta qué punto es prioritaria para la sociedad ese tipo de inversiones en una modernización que se basa simplemente en ejecutar obra civil? En los casos que nos ocupan, es posible hacer compatible la conservación de la red de riegos tradicional con una agricultura moderna orientada a ser sostenible en el largo plazo, mediante el aporte de nuevos conocimientos y nuevas formas de producir alimentos de alta calidad. Pensamos que es imperativo que los propios agricultores pertenecientes a esas comunidades de regantes no queden atrapados por un escenario que podría ser atractivo en el corto plazo, pero que a la larga conlleva riesgos que pueden hacer insostenible su actividad en el futuro.